La novela corta que hoy rescato de Anika entre Libros no pertenece al género negro pero sí que se ajusta bastante bien al clima que estamos creando durante este febrero. Es una novela complicada, que sugiere más que cuenta y que te deja metido en el cuerpo el frío del que habla su título.
EL FRIO
(El frío, 1995)
Marta Sanz Pastor
Editorial Caballo de Troya
© Marta Sanz, 1995
© Random House Mondadori, 1995, 2012
1ª Edición, Enero 2012
Género y tags: novela corta, narrativa, amor, locura, literatura española
ISBN: 9788496594685
124 Páginas
Argumento:
El
pasado y el presente, la individualidad de la memoria y la objetividad
de los acontecimientos actuales, el amor y el desamor se convierten en
esta obra en protagonistas antagónicos pero cuya complementariedad va
configurando las distintas pinceladas que permiten ir reconstruyendo una
historia que aún duele: una visita a un centro de salud mental, la vida
en éste, la soledad de la relación que ya acabó pero que todavía
escuece en el recuerdo, los reproches, la locura… y el frío, el frío, el
frío. El amor amargo, el amor áspero y helado, el amor que hiere y deja
en el alma cicatrices difíciles de cerrar queda perfectamente reflejado
en este viaje sin fin, en el que los recuerdos son las estaciones de
paso y el frío, el lugar en el que se habita.
Opinión:
El frío no es una historia al uso, con su principio, su desarrollo y su final.
El frío es una historia... pero puede ser miles, tantas como lectores se dejen seducir por sus palabras.
Puede que
El frío ni siquiera sea una historia. Hay unos personajes, sí, y unos hechos,
también... Pero el hilo que hilvana las pinceladas que el narrador y la
protagonista nos van dejando ver no sirve para unir todos los recortes
de la trama. Algunos, quizá fundamentales, se han perdido por el camino.
El frío es un puzle en el que no todas las piezas encajan. Como a veces pasa en la vida. Como en ocasiones ocurre en el amor.
Porque lo que sí es
El frío,
es un libro sobre el amor. Pero sobre el amor destructivo, el amor
huracán, el amor sacrificio no correspondido, el amor que humilla, el
que envilece, el amor egoísta y el amor acomplejado por el propio amor.
La cara más amarga del amor y también del desamor quedan retratadas en
esta novela sin principio ni final, sin consecutividad, donde los
episodios se suceden creando significados pero ni sabemos a ciencia
cierta cuál es su orden, ni sus consecuencias. Ni siquiera las causas
del estado actual de las cosas.
El narrador adopta distintos puntos de vista,
diferenciados a través de la alternancia de personas gramaticales. Así,
emplea la primera y la segunda persona para que la protagonista hable
consigo misma y con Miguel, ese amante del que nos van transmitiendo
pinceladas con el fin de mostrarnos cómo el frío constituye la mejor
definición de su personalidad. En largos coloquios, desnuda su heladora
historia de amor fracasado, en un intento de olvidar mediante el
recuerdo, de hablar para olvidar. Con un tono bronco, casi cruel (tanto
con Miguel como consigo misma), la protagonista desgrana una historia de
amor llena de lugares de paso, de autobuses y trenes. Lugares de
tránsito en los que queda patente el azar de los encuentros y los
desencuentros, los destinos que se entrecruzan y se comparten durante
unos minutos, unas horas, para desenredarse en vidas paralelas que no
volverán a enlazarse jamás.
Junto a esta narración personal, reflexiva e
intimista, el narrador adopta también la tercera persona omnisciente,
que aporta distancia y objetividad. A través de ella vamos descubriendo
el presente de Miguel, internado en una institución mental, desde el
momento en que recibe la visita de la protagonista. El uso de la tercera
persona aporta, en este caso, la perspectiva de la cámara de seguridad,
que registra desde su posición privilegiada pero no juzga, que delata
las pequeñas y grandes miserias de una residencia de este tipo pero no
moraliza.
Esta alternancia de puntos de vista a lo largo del
relato está estrechamente vinculada también con una manía, un vicio (o
quién sabe si una virtud) de la protagonista: su capacidad para
desdoblarse, para vivir las situaciones desde dentro y desde fuera al
mismo tiempo, para vivirlo y contarlo, para describir un acontecimiento
como si me hubiera ocurrido a otra persona. Este desdoblamiento de la
personalidad, la acerca a su amante a Miguel y a su reclusión en la
residencia.
El frío que cala hasta los huesos queda reflejado
en esta novela en su título, las emociones que transmite y también en
algunas imágenes muy gráficas, como esas manos heladas que maneja la
protagonista o el cristal de la ventana roto en mil pedazos de la
habitación de Miguel.
Y es que
El frío
es una novela “agriamarga”, no hay dulzor por ninguna parte. Y no es
recomendable para aquellos que disfruten de las historias con principio y
final.
El frío
no cuenta ese inicio y su desenlace, sólo se preocupa del viaje, del
desarrollo. Más que una historia por armar, es un conjunto de
reflexiones, de sensaciones y, sobre todo, de sentimientos: de agravios y
humillaciones, de amargura, de sinsabores, de soledades, lágrimas... Y
de frío.
El frío es una forma de sentir, más que de contar; es la
forma de vivir y definir el amor en esta novela. Porque el amor da calor
pero también frío, mucho frío, cuando está gobernado por la tensión, el
nerviosismo, el miedo al rechazo y la soledad. Por eso, en esta obra el
frío no es una estación de paso. Es, simple y llanamente, el lugar que
se habita.
La verdad sea dicha... De entrada me llama la atención el argumento de la novela, pero leyendo tu estupenda reseña, tal vez me equivoco, pero percibo como si no lo recomendases a ciegas... Es así?
ResponderEliminarPorque tu opinión me es muy válida para elegir o no próximas lecturas.
Besosss
No, no la recomiendo a ciegas. Marta Sanz me parece una escritora especialmente difícil de leer y, en el caso concreto de esta novela, a pesar de lo corta que es, la impresión general es que sugiere más que cuenta. O sea que no deja atados todos los cabos, puede ser una cosa pero también puede ser otra... deja que el lector contruya o reconstruya la historia. Y eso no siempre es satisfactorio para el que lee.
EliminarYo creo que, o conoces a la autora, o tienes alguna razón concreta para sentir curiosidad por ella, o te gusta complicarte la vida leyendo... o si no, elige otra novela. De Marta Sanz, por ejemplo, me parece más asequible "Black, black, black".
Besos
Muy interesante este libro. Hace un par de meses leí dos reseñas de dos libros distintos en los que sus protagonistas también eran enfermos mentales. No recuerdo ahora los nombres pero es una temática que siempre me ha atraído. En cuanto a la cubierta, me ha costado distinguir qué mostraba. Un beso.
ResponderEliminarPues después de leer la reseña me sentí atraída pero no he podido evitar leer el comentario entre las respuestas y más me ha picado la curiosidad Lidia. No he leído nada de Marta Sanz pero creo que no me importaría nada intentarlo. Besos
ResponderEliminarMe gusta las novelas que cada uno encajamos a nuestro gusto, se siente uno un poco creativo. Lo que me para un poco es la dureza de la que hablas.
ResponderEliminarUn beso.
Consigues despertar mi curiosidad. No me sonaba de nada este libro. Y me tientas. Se ve diferente a las lecturas habituales. Tendré que darle una oportunidad, pero no me preguntes cuándo...
ResponderEliminarBesotes!!!