jueves, 28 de febrero de 2013

"La luz en casa de los demás", de Chiara Gamberale: defendiendo la diferencia

   De un tiempo a esta parte, quizá desde que he sido madre, me interesa especialmente el niño como personaje literario, el esfuerzo que debe hacer un adulto para hablar, pensar y sentir como un niño y contarlo dentro de una buena historia. Por eso, he leído varios libros protagonizados por niños en los últimos meses. Desde luego, éste es uno de los que más me ha gustado.


LA LUZ EN CASA DE LOS DEMAS
(La luci nele case degli altri, 2010)
Chiara Gamberale

Editorial Seix Barral
Colección Biblioteca Formentor

© Arnoldo Mondadori Editore, 2010
© Editorial Seix Barral, 2012
© Isabel González-Gallarza, 2012
Traducción de Isabel González-Gallarza

1ª Edición, Mayo 2012
Género y tags: Novela, Narrativa, infancia, familia, literatura italiana

ISBN: 9788432209727
480 Páginas
   
Argumento:
  
  Si las reuniones de las comunidades de vecinos suelen ser largas y estériles a pesar de discutir problemas tan tontos como el color de los toldos o la ubicación exacta del aire acondicionado en la fachada, imagínate una comunidad que tuviera que ponerse de acuerdo sobre el futuro de una niña de seis años. ¿Y si decidieran hacerse cargo de ella entre todos los vecinos, convirtiendo cada uno de los pisos en un hogar para ella? Entonces… ¿cuánto durarían las reuniones de vecinos?

Opinión:
  
    Bajo la anécdota, este libro esconde mucho más. La trama es sorprendente ya desde el comienzo: Mandorla es una niña de seis años cuya madre, Maria, acaba de morir en un accidente de moto. Ambas vivían solas en el 315 de Grotta Perfetta, en Roma. Solas… en su piso, porque todos los vecinos del inmueble sienten una gran admiración y cariño por Maria y, por extensión, por Mandorla. Por eso, cuanto la primera fallece, convocan una reunión de vecinos urgente y extraordinaria para decidir qué hacer con la niña. Por eso… y por la carta que Maria escribió en su día en la que confiesa que el padre de su hija es uno de los vecinos del edificio. El silencio de los hombres y el miedo de las mujeres a tener que enfrentarse a una situación así hace que los vecinos aplacen la prueba de ADN que podría darles respuestas y tomen una decisión muy poco común: harán del edificio el hogar de Mandorla, turnándose para cuidar y educar a la niña.
   Así es como Mandorla pasará su infancia cambiando de piso y conviviendo con familias muy dispares entre sí: desde el tradicional matrimonio con dos hijos, hasta la pareja gay, pasando por la solterona, la familia que acaba de tener descendencia o la pareja que prefiere tener perro a tener niños. Así descritas, las familias pueden parecer típicas, prototipos familiares en la sociedad actual. Y, en cierto modo, lo son. Pero más allá del cliché, permiten a Mandorla (y al lector, con ella) descubrir las diferencias y semejanzas, las frustraciones y las pequeñas dichas cotidianas que todos sentimos tras cerrar la puerta de nuestra casa. Por eso decía que este libro es mucho más que la anécdota: porque ofrece una galería de personajes variopintos, diferentes, que se completan y se construyen mutuamente, investigados literariamente no en su individualidad sino (y ahí está la diferencia con otros libros y otros autores) en su condición de miembros de unidad familiar. Una unidad familiar cambiante, no sólo por la influencia que cada uno de sus componentes ejerce sobre los demás, sino por la llegada temporal de un nuevo integrante, en principio ajeno al núcleo familiar, al que hay que tratar, querer y cuidar como si fuera miembro de pleno derecho.
   Quizá porque cada uno queremos ver reflejado en los libros una parte de nosotros, La luz en casa de los demás me ha parecido un elogio a la diversidad, a un sociedad dinámica en la que muy pocos se atreven a decir qué es una familia y qué no… y quienes lo hacen suelen equivocarse, agarrándose a modelos trasnochados que no responden a una realidad mucho más rica y fructífera para cada uno de los miembros de esas familias y para la sociedad en su conjunto.
   Mandorla tendrá la oportunidad de saberlo de primera mano. Convivir con familias bien diferentes entre sí le permitirá abrir su mapa del mundo, aceptar la diversidad social como algo natural y romper los férreos esquemas bajo los que algunos tratan de encasillarnos. Pese al misterio que recorre la novela y que planea sobre el día a día del edificio (¿quién será el padre de Mandorla?), reina un clima de entendimiento, de fraternidad, de unión en la crianza de la niña.
   Pero Mandorla, ya adolescente, se mete en problemas. Será entonces cuando un recién llegado al bloque se plantee el éxito o el fracaso del modelo elegido por los vecinos para educar a la niña. Será quien cuestione la formación sentimental, ética, moral, escolar, cognitiva… de Mandorla, quien crea (no desde el conservadurismo, sino desde el espíritu crítico) que andar de acá para allá no es lo mejor para el desarrollo como persona de un ser humano, precisamente en años vitales para su configuración como tal: entre los seis y los diecisiete. Ejerciendo de abogado del diablo (y también legal), forzará a Mandorla a revistar sus once años siendo hija del edificio, siendo hija de todos y de ninguno, a hacer balance y a hallar una conclusión final que le permita seguir adelante.
   Precisamente, éste es el punto del que parte la novela: el balance que hace Mandorla. Por eso, conoceremos los detalles de su infancia desde el futuro (o sea, con una narración en pasado) y en primera persona. Una exposición, pues, narrativa y descriptiva… pero también analítica. A este narrador en primera persona se une un segundo narrador, omnisciente, que completa las vivencias, las experiencias y el pasado de los habitantes del inmueble, completando así el cuadro que permite descubrir por qué cada uno es como es en la actualidad y qué influencia tiene sobre Mandorla.
   El perspectivismo conseguido con el cambio de narrador (marcado tipográficamente con el uso de cursiva) se refuerza con los continuos desplazamientos temporales a los que ambos nos invitan; saltos cronológicos que abarcan un amplísimo arco temporal (en algunos casos, retratan la infancia de varios de los vecinos) y conceden un gran dinamismo, rompiendo la linealidad del relato y ayudando a entender a los personajes.
  Inevitablemente, surge la reflexión sobre el peso del componente genético y del componente ambiental en la educación y desarrollo de una persona. Y, pese a la convivencia en sociedad, la soledad que todo ser humano siente en alguna ocasión. Una soledad convertida en agujero en el medio de su cuerpo en el caso de Mandorla, un agujero que se traga todos sus sentimientos, que no deja que concilie el sueño por las noches, que tiene su raíz en la pérdida de su madre (¿hay algo más triste y doloroso que un niño al que sólo responde el silencio cuando llama a su mamá?) y hará que durante toda su vida desee (y elabores oraciones para ello) convertirse en objetos incapaces de sentir. Mandorla, que ha visto cómo su madre era sustituida por un pedazo de papel, por la materia de la carta que le escribió, también reza por convertirse en cosa, por dejar de ser una persona, cargada de historia y de sentimientos. Por eso, en el fondo, siempre se sentirá una impostora. Mandorla sabe que no es como los demás, que hay algo en ella que hace que tenga que esforzarse para parecerse a los que la rodean, sobre todo, a sus compañeros de clase, con los que no tendrá muy buena relación. Pero, ¿qué es lo que la ha hecho diferente? ¿La muerte de su madre? ¿Su propia personalidad? ¿Su variable educación? Y, lo que es más importante, ¿qué consecuencias tendrá para el futuro?
    La luz en casa de los demás  es, pues, una novela que, bajo su aparente sencillez, esconde reflexiones vitales y sociales muy importantes. Y lo hace de una forma natural, integrando estas preocupaciones en una narración bien armada, que entrelaza, además, la descripción de las costumbres familiares de los vecinos del edificio y de las experiencias individuales de Mandorla con ese misterio sobre la identidad del padre. Además de esa naturalidad, el gran éxito de la obra es su tono. A pesar de la profundidad de mucho de lo que se cuenta (y se insinúa) en esta novela, el tono en positivo en la mayoría de las ocasiones, claramente humorístico muchas veces (a pesar de los latigazos que la cruda realidad siempre pinta en nuestras vidas) y con los toques de inocencia propios de una niña de seis años. Una novela, pues, muy fácil de leer, muy entretenida pero que siembra semillas muy diversas y muy productivas en la mente y en el corazón de quien la lee.
   Enlace a la publicación original en Anika entre Libros. 
   Nos seguimos leyendo

20 comentarios:

  1. Me recuerda, ligeramente, a La elegancia del erizo, novela que me decepcionó un poco. De esta que nos hablas hoy he oído y leído opiniones de todos los gustos, así que no me he decidido aún.

    Un besito y feliz jueves.

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    1. No la he leído. Le tenía ganas pero vi algunas reseñas que, como tú, decían que les había decepcionado... y lo aparqué.
      Besos

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  2. Ohhh Lidia!!! Es que leer tus reseñas es prácticamente motivo de tentación....
    Ya lo había visto, pero ante la eterna lista de pendientes lo había pasado por alto, pero realmente me queda claro que debo leerlo y que me va a gustar!
    Muchas gracias por tu estupenda reseña!!
    Besos ;))

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    1. jajajaja. Tú que me lees con buenos ojos!!! jajajaja.
      Yo creo que es un libro especial que a cada persona puede decir cosas diferentes, porque hay tantos personajes secundarios con los identificarse, a los que querer, a los que compadecer o los que odiar...
      Ya me contarás si lo lees!
      Besos

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  3. ¡Tremenda reseña! A mí, a pesar de que había gente que decía que era lenta y que se hacía pesada, me gustó mucho.

    Un besote

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    1. A mí me encantó, menos el giro del final, ya lo hemos hablado... Pero bueno, en este caso el final no desmerece al resto (creo yo) ;)
      Besos

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  4. Me pasa como a Xavier, no sé en que grupo me sentiré con esta novela y de momento no me animo. Besos y gran reseña

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    1. Jajajaja. Me parece estupendo pero si alguna vez te decides, espero tu comentario.
      Besos!

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  5. Creo que es de las pocas reseñas positivas que he leído de esta novela. Y desde luego dejas con ganas de lanzarse a su lectura. Si la encuentro en la biblio, le doy una oportunidad.
    Besotes!!!

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    1. Es que cuando me gusta un libro se me nota en la reseña jajajaja. Claro que el hecho de que me guste a mí no significa que le vaya a gustar a todo el mundo. Sin embargo, yo sí he leído cosas buenas de la novela. Y, sobre todo, me gusta todo lo que no cuenta, lo que te hace pensar, lo que tú aportar al libro.
      Besos

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  6. A mí también me atraen mucho los libros protagonizados por niños, me parecen muy tiernos.
    Éste me lo prestaron la semana pasada así que en algún momento caerá.
    Besos

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    1. Entonces, estaré pendiente de lo que cuentes sobre él!
      Besos

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  7. Probablemente este sea uno de esos libros que dependemucho de tu estado anímico a la hora de leerlo, porque la reseña que había leído de él, difería mucho de la tuya. Tras leerte a tí si me planteo el poderlo leer yo

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    1. Yo creo que depende del estado de ánimo, del momento de tu vida en el que te encuentras... y de la solidez o la apertura de tu idea de la familia y de las relaciones humanas.
      Besos

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  8. Tengo muchas ganas de leerlo, no sé cuándo caerá, pero me apetece bastante =)

    Besotes

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  9. Hola Lidia, he llegado a tu reseña desde el último post de Kayena, si, esa nueva idea que se le ha ocurrido para premiar "La reseña más negra, policíaca o de misterio” de todas las que se han presentado al reto del mes de febrero de su blog, que mujer ésta, no para.
    Asi que aqui estoy pasando mi domingo leyendo reseñas para ver cual es la que se llevará mis votos, pero con esta tuya doy por finalizada la jornada, mañana, uff ya veremos
    No conocía tu blog, pues prácticamente soy un recién llegado a este mundo de la blogosfera, pero me ha gustado mucho y he decidido seguirte.
    Antes de leer tu reseña no había oido nada de esta novela ni del autor, pero me ha gustado mucho lo que apuntas, aunque a botepronto no me ha parecido muy de misterio, salvo lo de que no se sabe quien es el padre, pero aunque no lo sea (de misterio me refiero) pienso comprarme la novela muy pronto.
    Un saludo

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    1. Bievenido, Pedro. Un placer tenerte por aquí. Espero que te guste lo que lees!
      Un beso y gracias por estar ahí

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  10. Hola de nuevo, como al leer mi cometario anterior podría ser que pensaras algo raro de mi, te explico: como te decía, llegué a tu reseña desde el cuadro que Kayena ha puesto con todas las rseñas que se han presentado al reto, pues bien, yo pinche en la primera de las tuyas "Black, black, black" y el enlace (que debe estar mal puesto) me llevo a esta de La luz en casa de los demás, por eso te decía que no me parecía muy de misterio.
    Saludos,

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