sábado, 30 de junio de 2012

Niños y mariposas

     
    Esta noche he tenido un sueño en el que llevo pensando durante todo el día. Por escasez de personal (crítica subconsciente a los recortes en educación, interpreto), en el colegio de mi hija habían convertido a todos los niños en mariposas. Así era más fácil tenerlos controlados. Mi chico y yo íbamos a recogerla, sin saber nada de su transformación. La directora no sabía cuál de todas las mariposas era mi hija. Una profesora nos dijo que creía que estaba en su clase, que pensaba que podría ser aquélla. La miramos y creímos que podría ser. Intentamos cogerla, pero ella revoloteaba y se nos escapaba. Cuando, por fin, conseguimos atraparla, la encarcelé con mis manos, pero me entró un miedo atroz a hacerle daño, a romper sus alas, sus patas o, incluso, peor: a matarla. Puedes imaginarte la angustia que sentía. Todo el daño que le hiciéramos en su estado de mariposa perduraría cuando se convirtiese en persona. Así que con todo el cuidado, todo el amor, todo el miedo, la guardé entre mis manos y la saqué de colegio. 
    Nada más salir, comenzó la transformación. Notaba cómo mi hija se retorcía, se estiraba, luchaba por recuperar su cuerpo. Yo la agarré de las manos para ayudarla, tirando de ella hacia fuera, animándola a salir, a volver, a cambiar de estado. "¡Ánimo, mi amor! Papá y yo te estamos esperando. Yo te ayudo. Vuelve con nosotros, cielo".
     En cuanto regresó y, llena de orgullo, la abracé, me desperté. Me levanté y me acerqué a su cama, para ver si estaba bien. Toqué su barriguita, para comprobar que se movía al compás de su respiración. Volví a la cama sintiéndome como después de una pesadilla, asustada; temiendo que ese sueño fuera un presagio de algo malo. Siempre que sueño algo así, luego tengo miedo a que sea una advertencia sobre alguna calamidad que esté a punto de sucedernos.
    Pero después de repasar el sueño una y otra vez durante todo el día, ya más tranquila y con toda mi consciencia a pleno rendimiento, he de confesar que he encontrado un simbolismo que me parece de lo más acertado: los hijos son un regalo, seres frágiles y maravillosos a los que hay que cuidar y proteger de todo mal. Porque todo lo malo que les ocurra en su infancia quedará como una mancha, como una tara, como una marca en su personalidad futura. Son nuestra responsabilidad, por lo que hay que tomarse muy en serio el modo en el que los protegemos, en que los tratamos y los cuidamos. A veces ponemos nuestra mejor intención, pero rasgamos una de sus alas. Y ese rasguño queda para el futuro. Y debemos ayudarles, enseñarles el camino para dejar de ser hermosas mariposas y convertirse en personas maravillosas, completas, sanas y capaces. Y esa ayuda debe ser física pero también moral, psicológica, ideológica y, sobre todo, sentimental.
    El futuro de mi hija, lo que llegará a ser, las trabas que encontrará en el camino, algunas de ellas por mi culpa, me obsesiona. Es mi mayor preocupación como madre. Dudo mucho sobre lo que está bien y lo que está mal, sobre las consecuencias que tendrá una decisión tomada hoy. Pero afortunadamente no estoy sola en esta tarea. Y, al fin y al cabo, la maternidad es un salto de fe, un salto que das conscientemente, sopesando todos los pros y todos los contras, pero cuya trayectoria no se puede calcular al milímetro. A veces, no queda más remedio que cerrar los ojos y confiar en que todo saldrá bien. Porque has luchado y te has esforzado porque sea así. Y porque sigues haciéndolo.
    Nos seguimos leyendo.

4 comentarios:

  1. Los sueños con los niños que amamos suelen ser angustiosos... pero al menos se convirtió en un animal bonito.

    Tu reflexión parece acertada, si meditas esa transformación fue para tener mejor vigilados a los niños y no para hacerles daño en ningún momentos. Puede que esos cambios sean como nos cuentas los cambios que sabes que llegaran a ese recinto "el cole".

    Los sueños sueños son (no lo olvides)

    Un besote :)

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    1. Sí, a veces olvido que los sueños son sueños y me concentro demasiado en los mensajes ocultos que guardan (o pueden guardar). Al final y al cabo, los sueños son producto de lo que sentimos, pensamos, nos pasa... pero sin pasar por el filtro de la conciencia. Lo que pasa es que también me parece que interpretar sueños es un poco como interpretar profecías: cada uno ve lo que quiere ver, sobre todo, si es a toro pasado.

      ¡Besos!

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  2. ME HA GUSTADO MUCHO; BUENO NO MUCHISIMO... tu vales para esto de escribir... a por el libro se ha dicho.....BESOS

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    1. Vosotros que me leéis con buenos ojos... jajaja. Muchas gracias por tu comentario :D
      Besos!

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