martes, 23 de octubre de 2012

Risas, sonrisas y carcajadas


     Haciendo limpieza en el buzón de los correos electrónicos he topado con un mail que me enviaron hace algún tiempo y que olvidé borrar o que quizá guardé de forma consciente pero luego no recordé que estaba ahí. Contiene un vídeo en el que un bebé se parte literalmente de risa cuando su padre parte papeles delante de él. Y me ha recordado a lo que a veces hace Lucía, que se empieza a reír a carcajadas por cosas que, aparentemente, tampoco hacen tanta gracia. A veces pienso que es que tiene ganas de reírse, y punto. Y da igual lo que le hagas. Con cualquier cosita se ríe.
    Esas carcajadas tan puras, tan francas, tan repletas de felicidad me inundan de alegría. Pero creo que no es sólo una cuestión de que Lucía sea mi hija y me haga feliz verla reír. Creo que la sonrisa, la risa o la carcajada de cualquier niño es capaz de transmitir una contagiosa felicidad de la que no es fácil escapar. Por eso, creo, son tan valiosas. Y por eso, pienso, debemos luchar con todas nuestras fuerzas para que proliferen más.
    ¿Qué cosa hay mejor en este mundo que la sonrisa de un niño? Los mayores reímos a veces por compromiso, otras veces por no llorar, otras veces para ocultar lo que realmente sentimos. Con tanta mentira, a veces es difícil saber cuándo nos reímos de verdad, de pura felicidad.
    Sin embargo, a los niños no les ocurre lo mismo. Y aunque un bebé o un niño pequeño aún no sepa qué es reír, o qué es la felicidad, o qué es la alegría, o qué produce su sonrisa en los demás, sí es capaz de sentirlo. Y creo que por eso son tan generosos en carcajadas contagiosas que son como fuegos artificiales para quien las recibe: estallan y lo llenan todo de luz y felicidad.
     No hace falta que sea Lucía la que sonría. Pero si es ella la que me regala una sola de sus carcajadas la felicidad me invade por dentro. Tanto, que tengo vicio y ahora trato de que todos los días se ría. Por lo menos una vez. Y es que, como dijo el poeta:
“Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
[…]
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.”                                                             (Miguel Hernández, Nanas de la cebolla)

     Nos seguimos leyendo.

6 comentarios:

  1. Yo soy de reír, de reír mucho, a veces pienso que debería hacerlo menos porque tal y como está el panorama... pero medito durante un segundo y me digo "ríe mientras puedas porque ya tocará llorar" y es que tarde o temprano siempre llegan las lágrimas.
    Vivo en un ambiente bonito, con no demasiados problemas, rodeadas de niños a diario con esas risas que salen de verdad con cualquier cosa que digas, y eso es un tesoro incalculable, no crees?

    Bonito poema,bueno de echo acabo de pensar... que me lo llevo!

    Un besote y un buen puñado de risas :)

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    1. Yo también soy de reír mucho y de sonreír siempre y a veces también me digo ¿para qué sonreír tanto? Pero, no sé, me sale de dentro. Es una manera de comunicarse con el mundo.

      Así que sí: lluvia de risas para todos! ;)

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  2. Me ha encantado, es verdad sus carcajadas nos dan vida, son una puerta a la desconexión del mundo adulto.

    Un besazo

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    1. Me alegro mucho de que te haya gustado. Me has despertado una sonrisa en la cara... así que ¡¡gracias!!

      Besos!

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  3. No hay nada mejor que la risa de un niño, siempre se agradece. Un beso.

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    1. Ya lo creo. Yo intento reír con mi hija siempre cuando la llevo a la cama. Es la mejor manera de despedir el día. :)

      Besos!

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