jueves, 25 de agosto de 2016

"Casa de muñecas. El pato salvaje", de Henrik Ibsen: dos obras que abogan por romper convenciones sociales y luchar por lo que uno cree



Título: Casa de muñecas. El pato salvaje
Autor: Henrik Ibsen
Editorial: Cátedra
Género: teatro
Páginas: 224
Publicación: 28/12/2005
ISBN: 978-84-376-1769-5

  Henrik Ibsen (1828-1906) nació en Noruega, en un medio en el que imperaba una moral estrecha de miras, una vigencia desesperante de la superstición y del miedo. Todo a su alrededor era considerado pecado, todo merecía un reproche, una advertencia sobre el posible mal que podría acarrear cualquier acción que se emprendiera. Por eso sus personajes no se contentan con vivir la vida cotidiana, necesitan un proyecto que realizar aunque éste sobrepase sus fuerzas y les haga sentirse solos, incomprendidos e incluso derrotados, pero orgullosos por haberse aventurado a conseguirlo. En "Casa de muñecas" y "El pato salvaje" plantea Ibsen la tragedia de la mentira vital. Nora Helmer, en "Casa de muñecas", es una joven que ha sido educada para llevar una venda en los ojos y servir de juguete primero a su padre y luego a su marido. Cuando la venda cae, Nora comienza a ser "alguien". Gregorio Werle, en "El pato salvaje", concibe un proyecto para poner al descubierto a unos seres hipócritas, egoístas e indignos, aunque entre ellos se encuentre su propio padre.
   No soy una gran lectora de teatro pero tenía muchas ganas de leer Casa de muñecas después de que en una de las asignaturas del máster que hice en la UNED aprendiera que en su momento (fue escrita en 1879) esta obra levantó agrias polémicas sobre el personaje central, Nora, y su actitud. Tanto revuelo montó, que se prohibió hablar ella en fiestas y reuniones sociales. Se criticaba, sobre todo, su falta de moralidad (Nora miente a su marido) y sus toques feministas (no quiere seguir viviendo con quien la rechaza por una pequeña falta, cuando ella ha tenido que aguantar tanto) y tales asuntos daban mucho de qué hablar a los lectores/espectadores del momento.
    Esa es la razón por la que la elegí como una de las lecturas del club de lectura de este curso. El ejemplar disponible en la biblioteca contenía, además, El pato salvaje. No lo leímos en el grupo pero me gustó tanto Casa de muñecas y se leen tan bien ambas obras, que también cayó. Y aquí van mis impresiones sobre ellas.
    Casa de muñecas me ha parecido una obra rompedora para su momento (por lo que no me extraña que se montara la que se montó). En ella, Ibsen nos presenta a una mujer educada para ser sumisa, buena esposa y madre, un poco manirrota, como todas las mujeres (eso dice su marido, no yo, que conste) y para centrarse en lo superficial y no ver lo que ocurre a su alrededor. Mientras Nora representa este papel de ángel del hogar, todo va bien. Pero Nora no es así, Nora lleva otra forma de ser y de pensar en su interior y cuando se salga del guion establecido (aunque sea por amor), su marido le dará la espalda. Ante tal rechazo, ella será la que finalmente abandone a su esposo, haciendo valer, así, su dignidad como persona y poniendo de relieve su capacidad de decidir y de tomar las riendas de su vida en vez de ser la linda muñequita que fue tanto para su marido como para su padre.
   Tanto la acción como los personajes contribuyen a hacer avanzar la historia y a mantener el ritmo y la dosis justa de intriga para sostener el argumento. Pero Ibsen va más allá del teatro de su época en lo que a introspección y retrato psicológico se refiere y es capaz, mediante lo que va sucediendo en el escenario, de retratar lo que bulle en el interior de Nora y, por lo tanto, de darle mayor profundidad a un carácter que se nos presenta, así, como un personaje redondo.
  La historia fluye a la perfección y permite reflexionar (y dialogar, en el caso del club) sobre el papel de la mujer tanto en el ámbito privado como en el ámbito público. También he tratado de poner énfasis en las reuniones en que lo que hoy nos podría parecer normal (lo que Nora hace, lo que piensa y lo que dice) no lo era tanto hace siglo y medio y destacar, así, su valor como obra rompedora.
   Me ha encantado quitarme esta espinita y descubrir el teatro de Ibsen gracias a su Nora, uno de sus personajes más perfectos e innovadores. Un personaje que no olvidaré.


EL PATO SALVAJE


   La segunda de las obras presentadas en este volumen incide, en cierta manera, en algo parecido aunque diferente. En este caso, el protagonista es  Gregorio Werle, un hombre que también ha seguido las convenciones sociales y la vida a la medida que su entorno ha creado para él pero que, de pronto, se da cuenta de la mentira en la que ha estado viviendo y prefiere luchar por sus ideales (honestidad y justicia) en vez de continuar sumido en la farsa que otros han creado para él. Antepone, pues, sus principios morales al bienestar de una vida acomodada y llena de lo que se supone que toda vida ha de tener: amor, trabajo y cierto poder adquisitivo.
    Ibsen vuelve, pues, a reflexionar (y hacernos reflexionar) sobre lo esperado, sobre el espíritu personal frente a la convención y a la colectividad, sobre las discrepancias entre la moralidad personal y la cicatería social. Nuevamente, también, nos propone una obra dramática, que no soslaya alguna escena dura (incluso trágica) para hacernos comprender el nivel de bajeza moral de algunos personajes y, por lo tanto, el mensaje final.
   Y, como también ocurriera en Casa de muñecas, a Ibsen tampoco le importa aquí contraponer al personaje principal frente a su propia familia, a los seres que se supone que le quieren y a los que él quiere. De esta manera, pone el énfasis en la personalidad de cada uno y sus creencias frente a lo convenido socialmente y, sobre todo, frente a una apariencia que, en el fondo, solo refleja egoísmo e hipocresía.
   Ibsen nos pone, pues, frente a dos personajes que pierden todo lo que la sociedad espera que tengan pero que ganan algo que no siempre se valora en su justa medida: la paz personal, la conciencia tranquila, la posibilidad de vivir con uno mismo porque estás convencido de que has hecho lo que tu conciencia, tu honor y tu forma de ver el mundo te han dictado.
     Nos seguimos leyendo.
   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto 100 libros: 34/100
  •  Reto Genérico: 23 (1 teatro)/40
  •  Reto Olvidados: 11

2 comentarios:

  1. Mi obra favorita de Ibsen es "Hedda Gabler". Si te apetece continuar con el autor, te la recomiendo.
    besos

    ResponderEliminar
  2. Me gustó muchísimo Casa de muñecas, muy interesante =)

    Besotes

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...