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jueves, 23 de agosto de 2012

El teléfono roto

  Situación: En casa, a mediodía. Yo, haciendo la comida. Suena el teléfono. Lo coge Lucía. No la oigo hablar en unos minutos. Después, dice:

   Lucía: Yo soy la hija de Lidia.
   Al otro lado del teléfono: (supongo por contexto) ¿Y no está tu papá?
   Lucía: No, estamos solas mi mamá y yo.
   Al otro lado del teléfono: (supongo, de nuevo) ¿Le puedes decir a tu mamá que se ponga?
   Lucía: No (y cuelga).
   Yo: ¿Quién era, Lucía?
   Lucía: No sé. Una chica.
   Yo: Y si no sabes quién era y no te dice quién es... ¿por qué hablas con ella?
  Lucía: Pues porque estaba escuchando lo que me tenía que decir.
  
   Por la hora, la conversación y la costumbre, deduzco que llamaban de Jazztel, para hacernos alguna super oferta revolucionaria (como hacen un par de veces a la semana). Mi chico y yo no las dejamos ni hablar. Se ve que la operadora aprovechó que tenía oreja disponible para largarle el rollo que tenía que soltar. Moraleja: Casi que voy a dejar que Lucía filtre tooodas las llamadas a mi casa. El desconocido que llame se sentirá escuchado y para cuando descubra que quien está al otro lado es una niña de cuatro años, Lucía ya se habrá cansado y habrá colgado.

  Nos seguimos leyendo.

4 comentarios:

  1. Pues me has dado una idea :D

    A casa también llama Jazztel pero nosotros tenemos que escucharla TODOS LOS DÍAS, como te digo, algo increíble, en casa ya ni damos explicación; descolgamos, escuchamos que son ellos y colgamos, es que son muy pesados, todos los días!!!

    Se ve que quieren conseguir los clientes por agotamiento psicológico....

    Un besote :)

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    1. Son muuuuy pesados. Yo creo que el ser tan pesados hace que tengan menos clientes, fíjate lo que te digo.
      Besos!

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    2. Yo también lo pienso, les tengo tal manía que si tuviera que cambiar de compañía lo haría a cualquiera menos a ellos. Por agobiantes!

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