Título: La fábrica de las sombras
Autor: Ibon Martín
Editorial: Travel bug
Género: novela policíaca, negra, intriga, misterio
Páginas: 440
Publicación: noviembre 2015
ISBN: 978-84-944077-1-0
Anochece en el norte de Navarra. Una fría niebla flota entre los árboles de la selva de Irati, que duerme despojada de hojas en su letargo invernal. Una joven aparece ahorcada en los arcos de la Real Fábrica de Armas de Orbaizeta. Cuando todas las hipótesis apuntan al suicidio, la escritora Leire Altuna recibe el encargo de investigar el caso. No será fácil. Tendrá que buscar respuestas en un remoto pueblo de apenas una docena de habitantes, un lugar inquietante donde nada ni nadie es lo que parece. Sus pesquisas, que la colocarán en el centro de una macabra diana, sacarán a la luz viejas traiciones y secretos familiares desgarradores. Mientras tanto, las gélidas aguas del río que atraviesa el lugar volverán a teñirse de sangre.
Ibon Martin teje una historia de intriga y pistas falsas sin igual, una trama trepidante que arrastra al lector a un territorio poblado de mitos y leyendas. La narración vuela con maestría entre los oscuros años del contrabando en la frontera y un presente plagado de sombras. Unas páginas estremecedoras que nos Recuerdan que el mal y el ayer nunca cierran del todo la puerta.
La reseña que Libros que hay que leer hizo sobre El faro del silencio ya me dejó con ganas de estrenarme con Ibon Martín, así que cuando sorteó esta, su segunda novela, me apunté de cabeza. Tuve suerte y gracias a Laky y al autor, estoy reseñándola para la lectura conjunta organizada en el blog.
Lo primero que debo decir es que, aunque el balance final es muy positivo, hay cosas que me han gustado mucho y otras que no lo han hecho tanto. Empiezo por las últimas y así el final de esta reseña dejará tan buen sabor de boca como lo deja la propia novela.
He de confesar que me costó entrar en el libro, por dos razones principales: aunque el inicio es muy bueno, luego me dio la impresión de que el ritmo se ralentizaba en exceso y, aunque no dejan de pasar cosas (el autor nos va presentando a los personajes y sus vidas, además de sumergirnos en algunas peripecias y darnos algunos sustos) tenía la sensación de que el caso en sí avanzaba poco. Además, dado el género, la ambientación, la zona elegida y la combinación entre vida personal de la investigadora, caso y toques sobrenaturales y mitológicos, me resultaba imposible no compararla constantemente con la Trilogía del Baztán de Dolores Redondo, cosa mal hecha por mi parte. Así que me centraba más en buscar similitudes y diferencias que en la propia prosa de Martín.
También me he sentido un poco saturada por la cantidad de veces que tanto Leire como Eceiza (el investigador policial al mando) reniegan del pueblo y del caso y manifiestan su deseo de mandar todo al diablo. Creo que la ambientación es fabulosa y que Martín transmite de manera magistral el entorno opresivo, tanto por la cercanía de la selva de Irati como por la cerrazón de los vecinos, lo que sumado a las complicaciones propias del caso, ya crean en el lector una sensación de claustrofobia que es fácilmente extrapolable a los personajes, por lo que no creo que sea necesaria tanta insistencia en el tema. Una de las máximas de la creación literaria es "muestra, no expliques"; creo que Martín logra lo primero muy bien, así que, desde mi punto de vista, le sobra lo segundo.
Finalmente, por lo que respecta a las objeciones que yo le pongo a la novela, hablaré de una que no sé si objeción pero sí es duda: no sé hasta qué punto la ordenación de ciertos capítulos favorece la intriga o todo lo contrario. Me explico: la novela se desarrolla a través de dos ejes temporales: el contemporáneo (que es el que más peso tiene) y otro que comienza en 1958 y que, claro está, tiene mucho que ver con lo que está ocurriendo ahora. Además, la conexión no es tan evidente al principio, por lo que esta mezcla de tiempos me ha gustado aún más. Pero si consideramos que la trama contemporánea es la más importante, creo que hay capítulos de la subtrama del pasado que nos ahorran ciertas sorpresas que pasan en actual. Me pregunto si cambiar el orden hubiera generado más intriga.
El aspecto más logrado de la novela es, para mí (y como ya he adelantado), su ambientación. No solo porque Martín sea capaz de transportarnos a Orbaizeta (y de ahí que lo incluya en el reto Ciudades con Libros) y de hacer que realmente lleguemos a ver las ruinas de su Real Fábrica de Armas, sino porque es capaz de transmitir sensaciones tan dispares como el olor, la humedad (la lluvia, la niebla), la exuberancia del paisaje y la opresión que tanto el bosque de Irati como de los vecinos del pueblo generan en los visitantes y en los lectores. Creo que, en este sentido, la prosa de Martín tiene tanta magia como el propio entorno en el que enmarca la novela.
También los guiños a lo esotérico, al fanatismo religioso, a la mitología de la zona y a lo que se escapa al entendimiento humano me han gustado, y no solo las referencias sino también el tratamiento literario que le da el autor.
Asimismo, también hay que destacar la propia trama de la novela, sus giros (bien llevados), el final in crescendo, la emoción, la acción, las conexiones entre pasado y presente, las vidas dibujadas y los temas sobre los que reflexiona, sobre todo, el del amor mal entendido, o mal llevado, o que sirve hasta para justificar lo injustificable.
Y como amante de la metaliteratura declarada que soy, me ha encantado la vertiente metaliteraria de la novela: no solo cómo Leire se enfrenta al proceso de escribir sino, sobre todo, cómo transforma la realidad en materia novelable, cómo camufla a las personas detrás de los personajes y cómo utiliza la escritura como forma de entender la vida.
En definitiva, me quedo con buen sabor de boca después de leer esta novela de Ibon Martín así que intentaré hacerme con El faro del silencio para seguir ahondando en su prosa y en la vida de unos personajes que me han conquistado.
Nos seguimos leyendo.
Agradezco a Libros que hay que leer que organizara el sorteo en el que me tocó este libro y al autor el envío y la dedicatoria de la novela.
Lo primero que debo decir es que, aunque el balance final es muy positivo, hay cosas que me han gustado mucho y otras que no lo han hecho tanto. Empiezo por las últimas y así el final de esta reseña dejará tan buen sabor de boca como lo deja la propia novela.
He de confesar que me costó entrar en el libro, por dos razones principales: aunque el inicio es muy bueno, luego me dio la impresión de que el ritmo se ralentizaba en exceso y, aunque no dejan de pasar cosas (el autor nos va presentando a los personajes y sus vidas, además de sumergirnos en algunas peripecias y darnos algunos sustos) tenía la sensación de que el caso en sí avanzaba poco. Además, dado el género, la ambientación, la zona elegida y la combinación entre vida personal de la investigadora, caso y toques sobrenaturales y mitológicos, me resultaba imposible no compararla constantemente con la Trilogía del Baztán de Dolores Redondo, cosa mal hecha por mi parte. Así que me centraba más en buscar similitudes y diferencias que en la propia prosa de Martín.
También me he sentido un poco saturada por la cantidad de veces que tanto Leire como Eceiza (el investigador policial al mando) reniegan del pueblo y del caso y manifiestan su deseo de mandar todo al diablo. Creo que la ambientación es fabulosa y que Martín transmite de manera magistral el entorno opresivo, tanto por la cercanía de la selva de Irati como por la cerrazón de los vecinos, lo que sumado a las complicaciones propias del caso, ya crean en el lector una sensación de claustrofobia que es fácilmente extrapolable a los personajes, por lo que no creo que sea necesaria tanta insistencia en el tema. Una de las máximas de la creación literaria es "muestra, no expliques"; creo que Martín logra lo primero muy bien, así que, desde mi punto de vista, le sobra lo segundo.
Finalmente, por lo que respecta a las objeciones que yo le pongo a la novela, hablaré de una que no sé si objeción pero sí es duda: no sé hasta qué punto la ordenación de ciertos capítulos favorece la intriga o todo lo contrario. Me explico: la novela se desarrolla a través de dos ejes temporales: el contemporáneo (que es el que más peso tiene) y otro que comienza en 1958 y que, claro está, tiene mucho que ver con lo que está ocurriendo ahora. Además, la conexión no es tan evidente al principio, por lo que esta mezcla de tiempos me ha gustado aún más. Pero si consideramos que la trama contemporánea es la más importante, creo que hay capítulos de la subtrama del pasado que nos ahorran ciertas sorpresas que pasan en actual. Me pregunto si cambiar el orden hubiera generado más intriga.
UNA AMBIENTACIÓN ESPECTACULAR
El aspecto más logrado de la novela es, para mí (y como ya he adelantado), su ambientación. No solo porque Martín sea capaz de transportarnos a Orbaizeta (y de ahí que lo incluya en el reto Ciudades con Libros) y de hacer que realmente lleguemos a ver las ruinas de su Real Fábrica de Armas, sino porque es capaz de transmitir sensaciones tan dispares como el olor, la humedad (la lluvia, la niebla), la exuberancia del paisaje y la opresión que tanto el bosque de Irati como de los vecinos del pueblo generan en los visitantes y en los lectores. Creo que, en este sentido, la prosa de Martín tiene tanta magia como el propio entorno en el que enmarca la novela.
También los guiños a lo esotérico, al fanatismo religioso, a la mitología de la zona y a lo que se escapa al entendimiento humano me han gustado, y no solo las referencias sino también el tratamiento literario que le da el autor.
Asimismo, también hay que destacar la propia trama de la novela, sus giros (bien llevados), el final in crescendo, la emoción, la acción, las conexiones entre pasado y presente, las vidas dibujadas y los temas sobre los que reflexiona, sobre todo, el del amor mal entendido, o mal llevado, o que sirve hasta para justificar lo injustificable.
Y como amante de la metaliteratura declarada que soy, me ha encantado la vertiente metaliteraria de la novela: no solo cómo Leire se enfrenta al proceso de escribir sino, sobre todo, cómo transforma la realidad en materia novelable, cómo camufla a las personas detrás de los personajes y cómo utiliza la escritura como forma de entender la vida.
En definitiva, me quedo con buen sabor de boca después de leer esta novela de Ibon Martín así que intentaré hacerme con El faro del silencio para seguir ahondando en su prosa y en la vida de unos personajes que me han conquistado.
Nos seguimos leyendo.
Agradezco a Libros que hay que leer que organizara el sorteo en el que me tocó este libro y al autor el envío y la dedicatoria de la novela.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto 100 libros: 47/100
- Reto Genérico: 27 (4/5 misterio)/40
- Reto 25 españoles: 23/25
- Reto Sabuesos: 4
- Reto Ciudades con Libro: 4
Me alegra que te haya gustado a pesar de los "peros".
ResponderEliminarEs curioso cómo encontramos metaliteratura donde menos esperamos.
Besos
Tengo pendiente estrenarme con el autor. Solo leo cosas positivas.
ResponderEliminarUn beso ;)
Bueno, si no hubiese leído tu reseña no me hubiese fijado en este reseña; parece muy entretenida así que me la apunto.
ResponderEliminar¡Un beso!
NO paro de ver reseñas positivas de esta novela. No me importaría nada leerla.
ResponderEliminarBesotes!!!
Veo que también te ha gustado, y en cuanto a tus peros, estoy de acuerdo en alguno, pero me he quedado con la ambientación. Me ha resultado fascinante. Y es inevitable comparar con la Trilogía de Baztán si la has leído.
ResponderEliminarBesos
Lo tenía apuntado, pinta muy bien =)
ResponderEliminarBesotes