BBF#51: "Rayuela", de Julio Cortázar

  

   Este es uno de esos libros que tengo pendientes desde hace siglos. Hasta llegué a comprarlo para obligarme a ponerme con él, pero el pobre lleva once años acumulando polvo en la estantería, llamándome a gritos cada vez que paseo mi mirada por los lomos de mi tesoro particular (mi biblioteca) pero sin decidirme. Cuando Carmen y amig@s nos propuso leerlo durante este año en el que celebramos su quincuagésimo cumpleaños me dije: "venga, anímate. No encontrarás un empujón que te mueva más a hacerlo que este", así que me apunté. Pero pasaron otros ocho meses sin que acabara de decirme. ¿La razón? Fundamentalmente, el miedo. Miedo a no tener tiempo suficiente para apreciarlo, miedo a no poder leerlo en las condiciones más adecuadas, miedo a no entenderlo, miedo a no entrar en su juego, miedo a no saber sacarle partido, miedo a sentirme una ignorante al lado de la vastísima cultura de Corázar... miedo a que no me guste una de las más loadas obras de Literatura Universal (así, con mayúsculas). Finalmente, decidí sacudirme el miedo de encima y ponerme ya con él, ahora que (creía) iba a tener más tiempo. El caso es que de tiempo ando fatal así que lo he empezado pero, después de la magna introducción de Andrés de Amoros, de 100 páginas de extensión, solo he podido leer cuatro capítulos de la obra en sí. Rayuela me pide silencio, me pide cariño, me pide que me deje seducir por sus palabras y sus juegos... y esta semana no he podido sucumbir a sus exigencias con facilidad. Espero que este fin de semana pueda disfrutarlo un poco más porque, la verdad, es una maravilla. Desde su primer párrafo:

 BBF#51

¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rué de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico. (“Rayuela”, Julio Cortázar)

  Ya digo que llevo solo cuatro capítulos pero, tal y como comenté en Twitter (#leoycomparto), creo que es libro más bonito que he leído en toda mi vida. Me encanta la suavidad, la poesía que hay en sus páginas. Lo tengo ya lleno de subrayados y anotaciones, he empezado ya a dialogar con él y con lo que me propone, y ya he descubierto unas cuantas de esas frases preciosas que adornan postales, marcapáginas y muros de Facebook, como la famosa "Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos", que está, por cierto, poco después de ese párrafo inicial.
  Supongo que tardaré en leerlo pero ya estoy deseando seguir y escribir la reseña. Ya te contaré. 
     Nos seguimos leyendo.