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jueves, 4 de julio de 2013

"Pequeñas historias de la Calle Saint-Nicolas", de Line Amselem: historias de cada día para hablar de una época, una comunidad y un país

   Con tanto compromiso, hacía un montón de tiempo que no recuperaba una reseña de Anika entre Libros y la verdad es que aún me quedan algunas muy interesantes por publicar. Una de ellas es esta. Espero que te guste.



PEQUEÑAS HISTORIAS DE LA CALLE SAINT-NICOLAS 
(Petites histoires de la rue Saint-Nicolas, 2006)  
Line Amselem
Editorial Xordica
Colección Carrachinas
© Line Amselem
© de la traducción: Line Amselem 

© Xordica 
1ª Edición, marzo 2012
Género y tags: Narrativa, novela, novela realista, costumbres judías, multiculturalidad, infancia, judeo-españoles, literatura francesa
ISBN: 9788496457706
232 Páginas

   
Argumento:
  
  Los ojos de los niños no ven de la misma manera que los de los adultos. De ahí la magia de esta visión de un barrio de París a principios de los 70. Un relato tierno, lleno de inocencia y de esa mirada poética que sólo los niños saben imprimir a cada cosa que ven.

Opinión:
 
   Uno de los superpoderes que tienen todos los niños pero que (tristemente) se pierden con la edad es la capacidad de ver las cosas como son, de mantener la mirada limpia, libre de los filtros que, poco a poco, van añadiendo la experiencia, la maldad, nuestra relación con los demás, la picardía, el saber… en definitiva, la vida. Por eso, siempre he pensado que los niños son auténticos poetas, porque saben ver más allá de donde todos los demás miramos, descubrir la verdad y transmitirla con una belleza y una inocencia totalmente espontáneas.
   Por eso me llaman tanto la atención los libros para adultos protagonizados por niños. Si el autor sabe mimetizar la forma de ver y de contar de los más pequeños, sin resultar falso, el resultado es una obra tan deliciosa como ésta, en la que la autora narra, en primera persona, las vivencias de Lina, una niña de siete años, de origen judeo-español, cuya familia emigró de Marruecos hasta Francia y vive, a comienzos de la década de los 70, en un barrio popular de París.
   En este libro no pasa nada importante. Ni siquiera hay una trama como tal, que organice el contenido. Los capítulos van desfilando como por casualidad, como recuperados de la memoria de Lina sin un motivo aparente, y gracias a ellos vamos conociendo a los personajes, ese edificio que parece sacado de un cómic, la historia de la familia, de los padres de Lina, del pasado, del presente narrativo…
   Sin juzgar, Lina va componiendo un collage en el que cada uno se va retratando por lo que hace, por lo que dice y por lo que los demás dicen de él. La protagonista dirige el foco hacia un punto u otro del barrio y así va componiendo la visión global de su infancia: los juegos en familia, las comidas, las celebraciones, las visitas familiares, el colegio, los programas de la televisión, la música, los famosos de la época, su visión sobre los trabajos de sus padres, sus amigos, sus vecinos…
   Dentro de esa amalgama de recuerdos, peso específico ocupa todo lo relacionado con la religión judía. Con sumo esmero y detallismo se describen las costumbres, las fiestas, las celebraciones, el porqué de tales festividades y el modo particular de ejecutarlas: vestido, gastronomía, ayuno, prohibiciones… Con su inocencia, Lina nos habla de un barrio multicultural, en el que tienen cabida varios cultos y varias nacionalidades. Retrata, así, la preocupación de sus padres por descubrir al resto de judíos de su colegio y de qué países vienen, la ignorancia que los practicantes de unas religiones tienen respecto a los demás, los problemas de la convivencia, la mezcla de idiomas (en el libro se habla francés, español, hebreo y árabe, aunque en algunos casos la lengua esté llena de vulgarismos, propios del nivel socioeconómico en el que se desenvuelve la acción)…
   El resultado es un conjunto de capítulos de desigual extensión que, juntos, conforman el mosaico de la vida normal de una niña de siete años. Pero el gran acierto de este libro, su magia, reside en que cada uno de esos capítulos parece más un cuento que una de las divisiones típicas de la novela. El conjunto es una novela, sí, pero cada capítulo bien podría ser un cuento independiente de los demás, porque cada uno de ellos encierra la estructura, la concreción significativa, la belleza narrativa y el delicioso y sorprendente chispazo final de un cuento. Pequeñas historias de la calle Saint-Nicolás es, precisamente, eso: pequeñas y cotidianas anécdotas que transcurren en un barrio popular parisino, tamizadas por la personal mirada de una niña de siete años. Pequeñas historias que guardan, como las mejores ostras, una perla en su interior.


   Nos seguimos leyendo.


4 comentarios:

  1. Tiene buena pinta. Me lo apunto para futuras lecturas.
    Un beso!

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  2. No me sonaba de nada. Y me gusta lo que cuentas, así que apuntadísima me llevo tu recomendación de hoy.
    Besotes!!!

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  3. Apuntadísimo me lo llevo!

    Besotes

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  4. Eso de que no tenga una trama me descoloca un poco. Por lo demás me interesa.
    Besos.

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