Páginas

sábado, 23 de marzo de 2013

¿Buenas o malas? Los modelos, hoy en día (crónica del Coloquio II)


   Lo mismo que le ha pasado a Cleopatra (y que analizaba ayer) le ha ocurrido a otros mitos y personajes históricos o literarios. Y es que no hay que olvidar que la cultura es fuente de modelos que imponer o con los que convencer a las personas de carne y hueso sobre lo que deben ser. Durante siglos, estos modelos (creados, claro está, por hombres) nos han dicho cómo tenemos que ser. Es más, nos han dicho cómo somos, identificando características como la bondad, la capacidad de entrega, la tranquilidad de carácter, la sumisión, el amor incondicional o la falta de inteligencia y criterio propio como rasgos naturales de la mujer. Las que querían saber, las que no se doblegaban, las que pensaban por sí mismas, las que no seguían los dictados de esta supuesta naturaleza eran unas desnaturalizadas, malas, perversas, pervertidoras... y, en el caso de la literatura, solían acabar mal.
   Mujeres fatales, brujas, malditas, rebeldes y desobedientes, independientes, luchadoras... con afán de sabiduría desfilaron por las diferentes ponencias del coloquio demostrando que también existen, mostrando otra dimensión de la mujer y dando a conocer modelos con los que muchas de las presentes se identificaban (nos identificábamos) con mucha más facilidad que con el lado bueno de la vida.
Mesa de escritoras: Juana Escabias, Marta Sanz, Carmen Resino, Eugenia Rico y Lorudes Ortiz. ¡Genial!
   Una de las cuestiones más peliagudas de cuantas se pusieron sobre la mesa fue la de la maternidad: ¿hasta qué punto nos han dicho también qué debemos sentir cuando nos convertimos en madres? Todo el mundo te habla de la maravilla que es ser madre, de que es el momento más feliz de tu vida, de lo que se siente cuando el bebé sale de ti, de la plenitud que te llena el corazón en ese momento. Pero pocas veces se habla de la depresión posparto o del rechazo que a veces produce el pequeño ser que ha salido de ti, rechazo temporal en algunos casos o, en otros, menos transitorio. De hecho, durante años fueron malas las mujeres que se negaban a tener hijos por decisión propia, las que abjuraron del imperativo biológico de perpetuar la especie. (Hago un inciso para contar que justo compatibilicé la lectura de Ellas también viven, de Pilar Muñoz, con este coloquio y que encontré un cuento sobre este tema que me gustó mucho y me parece muy representativo y edificante). Hoy, uno de los personajes más aborrecidos, una de las malas más malas que se puedan imaginar, es la madre que abandona a sus hijos, la Nora de la Casa de Muñecas de Ibsen que da un portazo y deja su vida de comodidad (su vida falsa) atrás o la Mrs. Robinson de Susana y los viejos, de Marta Sanz, que mantiene con su hijo Max una relación que parece cualquier cosa menos la que suele establecerse entre un hijo y una madre.
   Las malas tan malísimas como Helena de Troya, Medea (que mató a sus propios hijos) o Circe nos visitaron durante las jornadas, mostrando que el sometimiento de la mujer a través de los modelos culturales viene de lejos. Y aunque muchas ponentes fueron proponiendo otros personajes más cercanos a nuestra realidad, fueron Asunción Bernárdez y Lourdes Ortiz las que pusieron el dedo en la llaga, al hablar de literatura popular y televisión, dos vías con un poder de convicción tremendo, dos métodos de transmisión de valores por repetición y sobreexposición. 
   Asunción Bernárdez trajo hasta el coloquio a Katniss Everdeen, la protagonista de Los juegos del hambre, de Suzanne Collins, una heroína postpostfeminista muy actual y con la que tantas jovencitas se sienten identificadas. La propia Asunción explicaba la complicada adjetivación postpostfeminista: todos sabemos lo que es el feminismo, con sus respectivas olas, mientras que el postfeminismo estaría definido por la expresión "girrrlpower" (girrrl, como un rugido, como una declaración de fuerza, de ahí tantas erres) encarnado por modelos como Bridget Jones, las chicas de Sexo en Nueva York o las Spice Girls (mujeres que ya tienen los derechos en su mano y que viven la vida de un modo diferente a sus madres: emancipadas emocional, laboral y sexualmente, disfrutan de su belleza -o luchan por ella- y de una realidad hecha a su medida). Pues bien, el postpostfeminismo está ligado, según explicó la experta en comunicación, a la crisis, al mundo más actual: los modelos del girrrlpower ya no nos valen, porque nuestras circunstancias no son las mismas. Sus valores son la independencia, la viveza, el esfuerzo, al lucha y ya no tanto la belleza y el amor. Este modelo postpostfeminista, encarnado por la protagonista de Los juegos del hambre, se opondría a otro modelo contemporáneo mucho más peligroso para el avance de la mujer y que está relacionado con la Ana Steele de Cincuenta sombras de Grey (entre otros modelos actuales): ya tengo todos mis derechos, soy independiente, vivo mi vida... y me someto con consentimiento, con conocimiento de causa. 
   Y, hablando de la crisis, una cuestión que me resultó muy curiosa: la actual crisis económica nos ha puesto al mismo nivel que la sociedad del 29, la sociedad del Crack. Después de que la mujer se haya incorporado masivamente al mundo laboral, ahora se nos pide que nos quedemos en casa, porque no hay trabajo para todos, así que mejor nosotras nos volvemos a nuestro ámbito tradicional y dejamos que el poco empleo disponible quede en manos de nuestros hombres, tan trabajadores ellos. Sólo espero que no lleguemos a los límites que se alcanzaron entonces, cuando Estados Unidos aprobó una ley que imponía que sólo un miembro de cada familia (el hombre, por supuesto) pudiera trabajar, para así repartir los pocos puestos disponibles.
   Si Asunción Bernárdez habló sobre un best seller como Los juegos del hambre, la escritora Lourdes Ortiz hizo mención a otro de los sistemas de producción cultural más extendidos: la televisión. Concretamente, hizo referencia a tres series que marcan una nueva vía: Bones, Castle y El Mentalista. ¿Qué tienen en común? Los roles (tan diferentes a los tradicionales) que sea adjudican a hombres y mujeres. En estas series, ellas son las fuertes, las jefas, las que tienen el poder, las seguras, las profesionales, las que toman las decisiones, sin que se ofrezca una visión negativa de tales atributos. En cambio, ellos son los apoyos, los complementos, graciosos, amables, simpáticos, cariñosos, sensibles y, eso sí, listos, porque la inteligencia no entiende de sexos. Ortiz valoró especialmente el intercambio de roles tradicionales que se produce en Bones, donde ella es la rigurosa científica y él el policía intuitivo y pasional, ella no es madre hasta la séptima temporada mientras que él lo es desde el principio (y esa condición de padre es un tema recurrente en los argumentos de la serie), ella es la razón y él es el sentimiento y la religión.

Marina Sanfilippo nos regaló un cuento y una puesta en escena singular
  Y dejo para terminar dos de los momentos más divertidos del coloquio: la intervención de Marina Sanfilippo (que iba a hablar sobre las malas de la tradición popular y que lo hizo con un maravilloso cuento, entre actual y tradicional, que provocó muchas, pero muchas carcajadas en el auditorio y que nos demostró, mediante la práctica, que a veces la malas del cuento no son tan malas como nos quieren hacer creer) y la presentación del libro La aldea de F., con el estudio literario de Carmen Valcárcel y la lectura de algunos de los microrrelatos incluidos en él por parte de las autoras: Isabel González, Teresa Serván, Eva Díaz Riobello e Isabel Wageman, las cuatro mosqueteras conocidas como Las Microlocas. Me gustó tanto la conferencia y los micros que contaron que no he podido evitar sumergirme en su mundo y ya he comprado el libro. En cuanto lo lea, prometo reseña, porque creo que merece mucho la pena.
Las Microlocas, con Carmen Valcárcel en el centro.
    En definitiva, que he aprendido muchísimo, lo he pasado genial y he meditado mucho sobre lo que el coloquio pretendía mostrar: ¿quién decide quién es buena y quién es mala? ¿Quién nos hace buenas o malas? ¿Atendiendo a qué criterios? Y lo que es más importante: ¿en qué papel me encuentro yo, como mujer, más cómoda? ¿Y comparto ese calificativo de buena o mala en mi propia vida?
   Nos seguimos leyendo.

4 comentarios:

  1. Pues si que ha dado de si la conferencia. otra buena entrada.
    un saludo.

    ResponderEliminar
  2. A esta conferencia me hubiera gustado asistir.

    ResponderEliminar
  3. Hola! Interesantísimas las dos entradas que has publicado sobre esos coloquios. La trascendencia de la imagen de la mujer en la literatura, en el cine y en la tele es capital.

    Yo creo que poco a poco está cambiando esta imagen para mejor. Aunque siguen quedando muuuuuuuucha huella de la imagen tradicional. No sé si se tocaría el tema de la imagen de la mujer en la publicidad. Pero la verdad es que hay anuncios que siguen apelando a esa imagen de mujer bella, mujer mamá y mujer ama de casa.

    De las tres series que mencionas el análisis de Bones me ha gustado mucho. Y es verdad que las protagonistas de Bones, Castle y el Mentalista son fuertes y que ellos encarnam en muchas ocasiones valores que tradicionalmente se han considerado femeninos.

    En fin, que muy, muy interesante.

    Me encanta tu blog, y lo visitaré más

    Saludos

    ResponderEliminar
  4. ¡Qué buen coloquio! otra entrada genial. Ahora me quedo esperando esa reseña, que seguro que vas a disfrutar con el libro.
    Besotes!!!

    ResponderEliminar