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jueves, 26 de julio de 2012

Narrativa de la segunda mitad del siglo XIX: guía de lecturas

    Narrativa de la segunda mitad del siglo XIX. Así se llamaba una de las asignaturas del máster que he cursado este año, en el segundo cuatrimestre; una asignatura que me ha encantado, así que voy a hablar de los libros que leí para aprobarla.
   La parte teórica había que prepararla con manuales como Historia de la Literatura Española, dirigida por Víctor García de la Concha, o Historia de la Literatura Española, escrita por Juan Luis Alborg. La primera es buena como material didáctico pero aburrida de leer. La segunda, en cambio, es difícil utilizarla para elaborar temas teóricos que vas a exponer en un examen pero es bastante divertida de leer. En realidad, no se trata de una enciclopedia, sino de un compendio de opiniones sobre libros. Alborg recoge las suyas y las contrasta con lo que la crítica ha ido diciendo de una determinada obra o de un determinado autor a lo largo de los años. Lo mejor es que Alborg no se muerde la lengua y descubre las intenciones ocultas de buena parte de la crítica: desde las manías a determinados autores en su época hasta las propias contradicciones entre lo que un mismo crítico opina. El tono es irónico y fustigador y tiene pasajes francamente divertidos. Te ayuda a situar la crítica literaria en su justo lugar.
    Las lecturas obligatorias eran útiles pero exigentes. Leer Pepita Jiménez, Sotileza, Fortunata y Jacinta, Historietas Nacionales, Los Pazos de Ulloa y Pipá y otros cuentos en cuatro meses... tenía tela. Por si fuera poco, las profesoras (con razón pero, en fin, a ver quién tenía tiempo para seguir su consejo) recomendaban leer toda la novela del XIX que fuera posible pero yo con estas seis lecturas tuve suficiente. Hablaré brevemente de ellas, menos de Fortunata y Jacinta, que merece un extenso post para ella solita.
  • Pepita Jiménez es un libro muy fácil de leer, cortito, que retrata muy bien un determinado tipo de sociedad (la andaluza de clase alta a mediados del XIX) y que ofrece una historia de amor sencilla pero muy de la época: la que unirá a un seminarista con una joven viuda. La historia da pie a Valera a hablar sobre otras muchas cuestiones, sobre todo, religiosas. Y es que el autor pretendía homenajear a los místicos de la literatura española, por lo que buena parte de la prosa y de su contenido les rinde tributo. Es un libro entretenido, aunque muy criticado en la época. Se llevaban por aquel entonces las novelas de tesis y todo el mundo andaba buscando la tesis de esta: que si una contraposición entre la vida contemplativa y la vida mundana en la que la segunda salía vencedora, que si un canto al amor por encima de las convenciones sociales, que si una manera de escandalizar... Valera siempre dijo que el único objetivo de esta novela era hacer disfrutar, que no había defendido ninguna tesis en ella, aunque su atenta lectura deja entrever, si no unas tesis bien definidas, sí unas ideas concretas bastante argumentadas. Si quieres saber más sobre el libro, hice una reseña bastante más amplia para Anika entre Libros.
  • Sotileza es la novela que menos me ha gustado de todas. Es como un gran cuadro de la vida santanderina ligada al mar. José María Pereda dibuja con acierto las costumbres de la época, de los hombres y las mujeres del mar, la rudeza de su trabajo, la furia de la naturaleza, la belleza de los paisajes. En ese marco general sitúa a varios personajes inolvidables: Sotileza (Silda), el generoso pae Apolinar, el bronco Murgo, el exquisito Andrés, Mechelín y la tía Sidora... Cuenta la historia, a través de los años de infancia y juventud, de Silda, una pobre huérfana recogida en un hogar en el que la maltratan y, después, con una bondadosa pareja de pescadores y Andrés, bien situado, amigo y protector de la joven, que acabará enamorándose de ella. La crítica ha discutido mucho acerca de un aspecto de la novela que a mí también me extrañó cuando la leí: parece como si Pereda hubiera empezado a escribir sin un plan establecido. Es como si, a la mitad del libro, hubiera dicho "sí, voy a ir por aquí" y es entonces cuando empiezan a pasar cosas. Hay quien dice que no, que en la primera parte presenta a los personajes en su infancia (las "crisálidas" que dan título al primer capítulo) mientras que en la segunda se centra en la acción que se establece entre esos personajes, ya jovencitos ("mariposas", como señala el título que abre esa segunda parte). También ha sido objeto de análisis por parte de la crítica el personaje principal, Sotileza. Pese a ser el centro de toda la trama, el lector no acaba de conocerla, no comprende bien sus decisiones ni sus actuaciones. ¿Por qué no acepta el amor de Andrés? (la respuesta podría ser que la sociedad de la época jamás habría visto con buenos ojos un final feliz para una historia de amor con protagonistas de diferentes clases sociales). ¿Por qué su preferencia por el rudo Murgo? ¿Qué le pasa por la cabeza? Las dudas que suscita hacen que parte de la crítica crea que se trata de un personaje femenino no muy logrado mientras que otros creen mantiene el misterio y deja al lector el trazado final del personaje. A todo ello hay que sumar las descripciones, absolutamente artísticas, pero que alargan la resolución del conflicto. Costumbrismo y realismo se unen en este retrato de una sociedad y una forma de vida. El trabajo que realiza Pereda es tan fidedigno que sirve para reconstruir ese modo de vida que el propio autor ya sentía que se perdía cuando lo dejó fijado por escrito, a buen recaudo del olvido.
  • Historietas Nacionales, de Pedro Antonio de Alarcón, es un compendio de cuentos muy variados: fantásticos, sentimentales, sobre guerra... Hay algunos excepcionales, como El afrancesado, El ángel de la guarda, Fin de una novela o El libro talonario. Otros son costumbrismo puro y duro, sin más. En general, es entretenido. Aunque el asombro con el que leí los primeros cuentos se fue desinflando y al final se me hizo un pelín pesado. 
  • Los Pazos de Ulloa, de Emilia Pardo Bazán, sí que me gustó. He leído críticas en diferentes blogs que dicen que se hace muy pesado con tanta descripción... la verdad es que no coincido para nada. Me parece que no tiene tanta descripción y la que hay sirve o para ubicar el relato, el contexto y la situación de los personajes o para ilustrar lo que estos sienten, identificando naturaleza y ser humano. Más allá de la historia de amor (en este caso solo presagiada) entre el cura y la señora de los Pazos, me ha interesado mucho el tratamiento que Pardo Bazán da a otros temas como el de la violencia contra la mujer o los niños, la política, la diferencias entre el mundo rural y la ciudad... Me encantó la perspectiva literaria de una autora que luchó por los derechos de las mujeres, tanto en la sociedad como en la propia literatura. También tengo reseña amplia en Anika entre Libros, por si quieres saber más de la novela.
  • Pipá y otros cuentos, de Leopoldo Alas Clarín, fue como entrar en el Museo del Prado después de caminar por el Paseo del Prado: el camino es maravilloso, muy bonito, pero entras... y ¡buf! es otro mundo, una maravilla... es como magia. Se lo dije a mi chico: hasta ahora lo que he leído me ha gustado pero Clarín y Galdós son como el Cristiano Ronaldo y el Messi de la literatura del XIX. Juegan en otra liga. Lo que para los demás es una ardua labor para ellos parece fácil y sencillo. Todo fluye, todo encaja, todo está pensado y trabajado. Son una auténtica gozada.  No puedo elegir unos cuentos de esta compilación en detrimento de otros porque todos me parecieron perfectos: bien estructurados, con un argumento interesante, una trama bien desarrollada, unos personajes perfectamente definidos y presentados. Una maravilla.
      En definitiva, que he disfrutado mucho con esta asignatura y que, más allá de estudiar el Realismo, el Naturalismo, el Costumbrismo en sí mismos, lo que más me ha interesado es encajar estas piezas en la evolución histórica de la novela y ver cómo los autores de la época le dieron un giro a la novela hasta convertirla en lo que es hoy: el género dominante de la literatura. 
    Nos seguimos leyendo.
 

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